Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

30 mayo 2017

Fatiga, de Ernesto Heredero del Campo

La presentación ayer de “Fatiga”, de Ernesto Heredero del Campo, fue inimaginablemente reconfortante entre tanta penuria intelectual y emocional como nos acosa. www.goo.gl/WzvRJf
Compartimos con vosotros una pequeña muestra de sus grandes poemas.
Pero antes queremos aquí agradecer expresamente las palabras introductorias de Carlos Blanco Pérez, filósofo, egiptólogo y, en definitiva, erudito en la más amplia y digna acepción de la palabra. Su intervención elevó la altura de Madrid unos buenos cientos de metros.
Después, la iluminación de las ideas de Ernesto y la certera emoción de sus poemas pusieron ese broche de oro al que tantos citan de oídas y que ayer se nos presentó de forma indiscutible.
Gracias a todos. Gracias  a ese lujo hospitalario que es el Maria Pandora. Gracias a los que queríais venir y pudisteis hacerlo. Gracias a los que no pudisteis venir pero queríais de verdad y lo intentasteis hasta el último momento. Y gracias a los que pudisteis venir y no quisisteis hacerlo, porque quien no merece la luz, viva en la sombra y con él se la quede.

I

Cuando me conociste yo era el héroe
que borracho disparaba a los concursantes de televisión con
un kalashnikov.
Después naufragué en las aguas de mi inteligencia,
un océano esquilmado y nocturno en que siempre llovía.
Ahora soy el que ha cruzado años de invierno
y camina hacia el alba tendiéndote la mano.

VIII

Me alegro seriamente
y metódicamente sufro.
Voy y vengo de parajes
donde las olas dejan carcajadas de espuma.
Me dejo hervir en sobres de ginebra caduca
junto a beatos, asnos y gorriones,
skinheads, viejas glorias del boxeo,
actores en paro y porteros alcohólicos.
La miel se derrama sobre nuestras cabezas,
el llanto de los niños asusta a las bestias
y las serpientes, sigilosas, se deslizan.
Pero yo volaré sobre esta sábana
sobre los océanos sobre los desiertos
sobre todas esas cosas perfumadas
de palabras no dichas.
y… adiós cuerpos puros.
Adiós, sílabas.

SALMO FINAL

Dios mío conozco el pecado,
conozco la herrumbre que deja entre los dedos y debajo de
la lengua.
Da Dios fe y esperanza
a esta vida destrozada de belleza quebradiza.
Dame humildad y no humillación,
da utilidad a mi dolor.
Dame carácter y ternura,
dame un beso en la frente
porque me estoy desangrando
de una sangre que no salva.
Dios dame una certeza,
un piso donde pisar
que llevo toda la vida buscando,
que no bebo más que de mi sed
y no soy más firme que el aire.
No tengo donde agarrarme todo es de fuego.
Dios dame un minuto de paz.
Hazme capaz de amar otra vez.
Protégeme de la ira de las horas,
lava la arena oscura de mis pecados.
Protégeme de mí mismo,

ayúdame a comprender.