Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

15 julio 2016

¿Dónde estás Gonzalo Sánchez-Terán?

Gonzalo Sánchez-Terán, poeta, hombre imprescindible, ¿dónde estás? ¿Para cuándo otro libro tuyo cargado de esa humanidad sin concesiones tuya? En el dolor y el estupor diario de Niza, Alepo, Nairobi… te necesito para recuperar la fe en la bondad, la esperanza en el porvenir.
Comparto, entonces, aquí lo que escribí de ti hace unos años (en 2011) y trascribo varios poemas tuyos, para recuperar el aliento.
Según Atenodoro “a menudo, el anciano bien entrado en años no tiene ningún otro argumento por el que pueda probar que ha vivido mucho excepto la edad”. Nada más lejos tal aseveración del poeta Hazverso Gonzalo Sánchez-Terán, un hombre de esos categoría “Pedro”, piedra clave de un edificio, en este caso el de la dignidad humana. Un hombre que, en plena civilización de los bonus y las indemnizaciones millonarias, él ha vivido y vive de hacer vivir. No había cumplido los veinte años y ya había trabajado cinco en el Centro de Rehabilitación para Toxicómanos Proyecto Hombre en España y en cárceles para el Centro de Atención a Menores en riesgo social de Chile. Unos pocos años después había desarrollado proyectos educativos en Ecuador y Perú y colaborado con Cáritas, Intermón, o Manos Unidas, ONG’s de esas como Amnistía  Internacional, que al paso que vamos acabará llamándose Amnesia Internacional. Además dirigió la Fundación Alberto Hurtado financiando obras sociales en África y Latinoamérica y en sus ratos libres trabajó como obrero en una fábrica de Soria y como vendedor de teléfonos interactivos. Y todo esto antes de cumplir los treinta.
Pero como lo suyo no eran en absoluto las intenciones sino las “obras-son-amores”, los últimos diez años Gonzalo los ha pasado organizando campamentos de refugiados en Liberia, Chad, Costa de Marfil, Guinea Conakry y una retahíla de países africanos de esos que el común de los mortales no es capaz de ubicar en un mapa porque son territorios a la deriva que los que vivimos aquí, en el norte del norte, hacemos como que ignoramos para evitarnos la vergüenza que nos proclaman.
Así, el fervor que me provocan sus poemas creo que es porque Gonzalo es un poeta que no pretende nada. Sólo decir. Poeta que sabe que la emoción es un estado del espíritu, no un estado financiero; jamás un estado de gracia sino de desgracia; nunca un estado de fama sino de necesidad.
Poeta que exige que no se humille su piel con el agua tibia, que prefiere, para saberse vivo, que le calcinen la cara hasta la cruz, aunque sepa ya que tanta sinceridad no le tiene deparado otra cosa en este mundo que el ostracismo, el del tipo que, mientras las gotas caen ya sobre sus ojos, se queda aullando, arañando las tablas del casco del Arca de Noé como una bestia que olvidaron, intencionadamente, fuera.
Dijo hace 4.000 años el Poema de Gilgamesh: “Quien ha visto el fondo de las cosas y de la tierra, y todo lo ha vivido para enseñarlo a otros, propagará su experiencia para el bien de cada uno”. Resume a la perfección esta tabilla cuneiforme aquí transcrita lo que significa Gonzalo Sánchez-Terán. Un hombre de una inabarcable pieza que conoce el espanto de tacto y no de oídas. Toda su vida enfrentado al horror de los hombres, se ha grabado en sus ojos el fuego de la inmortalidad que él además sabe transcribir en versos capaces de desbaratar nuestros fingimientos de hombres prudentes, razonables, asépticamente espantados de las vesanias de nuestro mundo.
Lo dicho, en estos tiempos de tanto vacío, tanta pose, encontrar a un poeta que ha vivido experiencias más profundas que coger un taxi un día de lluvia o confesar su inutilidad para aprender inglés, un poeta que ha vivido y tiene algo que decir y va y lo dice es una suerte de raro milagro inmerecido.
Así, en el bochorno de la atonía cultural reinante se incorporan hímnicamente para sacarnos del letargo los poemas imprescindibles de Gonzalo Sánchez-Terán. Llamado a ser el referente de la poesía que demanda nuestro tiempo de indignación, poesía imperecedera para aquellos que quieren implicarse en la vida hasta sangrar; aquellos que –y cito versos suyos- ayudan a que Dios derribe con las manos su mayúscula; los que rezan para que ese mismo dios haya creado al dios que nos creó (sin fe ni fuerza) y pueda castigarlo como merece; los que lloran a los vencedores porque ya los amenaza la derrota; los que mienten para no engañar; los que sabiendo que no hay luz no fabrican, sin embargo, sombra; los que a pesar de todo insisten en la vida, centinelas en pie, levantada la espada contra nadie.
No muchos serán dignos de que entren en su casa estos versos sin concesiones. Yo no lo soy. Por eso los leo, los releo, los declamo y los aprendo de memoria. Y mendigo tirado en la calle esperando al fin un día derrotar envidia, miedo y cobardía y seguir los pasos de éste que es Gonzalo Sánchez-Terán, quien revela del mar y el cielo lo que ni el cielo ni la mar conocen.



EPITAFIO DEL INMORTAL

Campo de desplazados de Salala, Liberia. Abril

                                   Más bello fue vivir creyendo en algo.

Más albo fue ser cónsul de la luz
                                   en la boca del lobo, hacer carreras
                                   de sacos sobre campos
minados, o acechando a la ceniza
liderar un retén de semilleros.

                                   Valió más descender de la montaña
                                   al frente de una turba de insurrectos
                                   contra la hueste de los victoriosos
                                   que ser otro soldado uniformado
                                   tras la bandera de un señor sin causa.

                                   Más alto fue vivir en los abismos.

                                   Fue sacro y doloroso no esquivarme,
                                   descarnarme los dedos escalando
                                   todos los ocho miles de mi alma,
                                   hacer el ángel sobre un mar de cactus.

                                   No incliné la cabeza ante los tronos,
                                   ante los grandes y sus falsos dioses,
                                   incliné solamente la cabeza
                                   para lamer el clítoris del mundo
                                   por eso a veces escucháis el trueno.

                                   Fue más hermoso no otorgar callando.

                                   Un minero de azúcar en la entraña
de una mina de sal soy, mi apariencia
es la de todo, mas mi esencia es única,
mis cometidos son irremplazables.

                                   No es el tiempo el mecenas de mi vida,
                                   es la luz. No pongáis entre paréntesis
                                   las fechas de mi paso por la tierra,
                                   ponedlas entre exclamaciones.

                                   Fue más bello vivir creyendo en algo
                                   y hollar el labio del despeñadero
                                   mirando el vuelo de las aves libres.

  

PALABRAS A LOS PUEBLOS DEL NORTE AL ALEJARME

                                   Miraos, saciados de pavor y niebla,
                                   vacía vuestra silla en el banquete
de la belleza, destrozando atriles,
avanzáis alma adentro con las manos
                                   por delante, miraos, guardando luto
                                   por lo imperecedero, desleídos.

                                   Capacidad para el trabajo os dan
                                   mas no capacidad de sufrimiento
                                   por eso tenéis éxito y sois tristes.
                       
                                   Os doy la espalda. Desgoznáis los días
                                   como una infantería en desbandada
                                   sobre espejos tendidos hacia el cielo,
                                   artillados los labios, apilando
                                   cerrojos en las aras de la entrega,
                                   como si el hombre fuera el animal
                                   que nace, crece, se divide y muere.

                                   Sois siameses del mundo y bostezáis
                                   mientras él se abalanza al precipicio.                                    

Fatuos, imbéciles, os doy la espalda.

                                   Pero no os doy la espalda como el niño
                                   castigado de cara a la pared
                                   por mirar a través de la ventana,
                                   ni como el fugitivo que en la noche,
                                   mientras ladran furiosos los mastines,
                                   deja atrás su país, no os doy la espalda
                                   para que no podáis verme llorar,

                                   os la doy como el director de orquesta
                                   que hace silencio al levantar los brazos
                                   para heñir de belleza los abismos.                            

                                   Mirad mis manos, van a amanecer.



EL AMO CONTEMPLA SU HEREDAD

Arrozales de Kolouma, selva de Guinea. Septiembre

                                   Poseo el incunable del futuro,
                        las sogas de la aurora, mis palabras
                                   son guerreros de vidrio abalanzándose
                                   contra tropas de lava que reculan.
                                   Hay más patrias que tierras emergidas.
                                   Soy el banco de semen de la Nada.

                                   Poseo la verdad.
                                                               Poseo el musgo
                                   que crecerá en la lápida del tiempo.
                                   La bala con que me abriré la sien
                                   será el pistoletazo de salida
                                   para la maratón de la Era Clara.
                                   Poseo minas de fulgor, la hebilla
                                   de los contrarios y poseo el látigo
                                   de las bestias de tiro del vacío.
                                   La caída ha caído en las alturas.
                                   Poseo el arcabuz de lo callado.
                                  
                                   El oro es vuestro cómitre, yo floto
                                   mecido por las olas en mi barca.
                                  
                                   Poseo vínculos, milagros, causas,
                                   poseo las preguntas del Examen
                                   y golosinas que le doy al miedo.
                                   Miradme, soy el confesor de Dios.                          
                                   Poseo la ballesta del origen
                                   y han pintado en mi pecho su diana.

                                   Tumbado boca abajo miro el cielo,
                                   de cara a la pared el horizonte,
                                   encapuchado el sol. Me pertenecen.

                                   Porque yo no poseo lo que tengo,
                                   poseo lo que es mío.

  

TODO ESTÁ POR DECIDIR

                                   Abrazado a la rótula del tiempo
                                   que corre sobre espinos ululando
                                   canta, hermano, al oído de la vida
                                   el fulgor quebradizo de tu alma
                                   que no perecerá como los soles.

                                   O sé el forzudo destorciendo esvásticas,
                                   mas no asistas al paso de los días
                                   oculto tras la falda de tu ausencia,
                                   pensando, adónde irán, hacia qué luchas.

                                   Creces desde la encía de la luz
                                   contra el caparazón de lo imposible,
                                   igual que un ariete de cerámica
                                   embistiendo los cerros del así.

                                   Arrastra, hermano, escalinata arriba,
                                   como se arrastra un saco de cemento,
                                   tu caída en la ciénaga del mundo,
                                   viniste a hacer de tu espinazo un mástil.

                                   No dobles la rodilla ante los ídolos
                                   ni ante el rey, arrodíllate tan sólo
                                   para atar los cordones de la aurora
                                   o en las halterofilias de esperanza.

                                   Llegan oscuras nuevas de las lonjas,
                                   están los hechos desflorando anhelos
                                   y hay docenas de ancianos a la puerta
                                   del comedor social, el siglo es uno.

                                   Descendiendo por yermos terraplenes
                                   se arraciman las tribus ateridas
                                   alrededor de ti, buscando el fuego,
                                   el fulgor quebradizo de tu alma
                                   que no perecerá como los soles.                               

  

LA ÚNICA SOLUCIÓN

Yangon, Myanmar.

                                   Odiad a quienes odian poco
                                    a quienes aman poco
                                   a quienes sienten poco.

                                   Odiad a los que insultan a la muerte
                                   temiéndola y odiad a los que imploran
                                   clemencia arrodillados como bichos:
                                   si Dios es justo tiene que ser malo,
                                   odiad a los que no hacen daño a nadie
                                   los que no arrojan piedras contra nada
                                   porque también protegen al verdugo.

                                   A esos no les contéis entre los hombres,
                                   no merecen tener alma: cortádsela.

                                   Ajusticiad a quienes no despierten
                                   barritando de júbilo o de ira,
                                   matad a quien no quiera suicidarse
                                   o no sea el Mesías prometido,
                                   no perdonéis a aquellos que perdonan
                                   porque también perdonan al tirano.

                                   Sea el mundo la cáscara de un fruto
                                   que un soldado patea calle abajo,
                                   sea este tiempo el benjamín del Tiempo
                                   si no guarda fe para ser su padre.

                                   Aullad en la mamada de la vida
                                   o castradla a bocados brutalmente,
                                   aborreced el orden como un número
                                   sentado en el envés del infinito.

                                   Amad como no ha amado ningún monstruo,
                                   odiad como no ha odiado ningún ángel,
                                   incendiad el vivero de los días,
                                   rayad los cielos hasta que la Nada,
                                   la inconmovible Nada, abra un párpado.


IDEARIO DEL MAGO

Campos de desplazados de Rutshuru, este del Congo. Agosto.

                                   No cambiaré yo el cauce de los siglos,
                                   pero ved que en mi parte de ribera
                                   los frutos de los árboles se ofrecen,
                                   venga de donde venga, a todo ser.

                                   No encontraréis los labios de la roca
                                   buscándolos, sólo hallaréis los labios
de la roca besándola. Mi alma
                                   pita en los aeropuertos y los perros
                                   de las fronteras ladran al olerla.

                                   No se puede, lo sé, cambiar el mundo,
                                   únicamente es dable enamorarlo.

                                   No cambiaré yo el cauce de los siglos,
                                   mas si acercáis la faz a este poema
                                   os secaré las lágrimas, hermanos,
                                   con la toalla que ha tirado el hombre.


NO TE TOQUES LA CARA

Braman los tibios que es venial vivir
y llagado y feroz, que son los días
como trozos de cal que se desprenden
de la pared de un almacén vacío,
circos tristísimos de enanas blancas,
que quien ama bracea mar abajo
y huele a hongos como quien no ama,
que somos prescindibles y monótonos,
lunas sin vida de un planeta muerto.
Chillan los lúcidos que todo es sombra.

Yo vivo en una casa en lo cimero
de un encinar y afirmo que los números
se masturban pensando en las palabras,
amo a una mujer adehesada
de ojos tan azules que salpican,
lamo sus genes y su piel de uvas,
siento sin red, sin condición, sin mí,
creo en todos los dioses porque es mucho
más hermoso que creer en el azar
y la noche, los tesos y la nieve
saben que soy el erudito en albas.

Si es en vano la vida soy en vano.
Si es inútil querer yo soy inútil.

(De Así en la tierra como en tu cuerpo, 2000)


VIAS MUERTAS

Como un ángel lamiéndole las manos
sudadas al suicida arrepentido
mientras cuenta una a una las costuras
que se van desprendiendo lentamente
de la cortina cuyo cabo agarra,

como la espuma negra de las olas
que rompen contra el corazón con algas
de la madre cerrando los cuadernos
y deshaciendo el equipaje limpio
del hijo destrozado en la autopista,

como baja los ojos el espejo
cuando le mira el viejo paralítico
que oye al fuego subiendo los peldaños
de la casa vacía hacia su cuarto,

como los campesinos maniatados
con meridianos de ningún planeta
que en la fosa común se hacinan rotos
como en vida, sin una tierra propia,

como el abuelo mece sin descanso
el llanto irrefutable de su nieto
que ha nacido con síndrome de Down,

con esta oscuridad inmaculada
del insomnio lijándote las vértebras,
apuntas con la vida encasquillada
a las invictas huestes del vacío
mientras los continentes se retuercen
como peces sacados de las aguas
y tu dios le pregunta a sus estatuas
por qué estamos aquí, corriendo en círculos
como un insecto al levantar su roca.

(De Desvivirse, 2001)


TABLAJERO PASEANDO POR EL JARDÍN BOTÁNICO

Dichoso tú que sabes que no hay luz
y sin embargo no fabricas sombra
y no eres falso aunque verdad no existe,
y pese a no haber Dios no le apedreas,
dichoso tú que conociendo el polvo
de polvo haces tus alas y tus flores,
y en la última celda del abismo
las orugas te toman por el cielo,
dichoso tú que sientes que no hay dicha
pero torturas al dolor riendo,
y donde falta agua no eres sed,
y no eres hambre donde el trigo falta.

Herrando están los cascos de sus yeguas
los cuatro mayorales de la nada
pero tú continúas escribiendo
las primeras palabras de otra Biblia.

Dichoso tú que no publicas hielo
aunque no ignoras que te abriga el frío,
y sabedor de que es inútil todo
juntas tus manos a las demás manos,
que has perdido la fe y aun así crees,
que riegas la ceniza alegremente.

Dichoso tú entre todos los dichosos
porque la juventud será un topónimo
sobre tus labios, y serán los días
en tu lugar como nadar desnudo
bajo la lluvia cálida de agosto,
como morir y despertar de nuevo
más vivo, como amar y ser amado.

(De Desvivirse, 2001)