Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

30 agosto 2013

Filemón y Baucis


Según la mitología griega, Filemón y Baucis, eran un matrimonio que vivía en Capadocia sin más historia que las horas que trascurren, no para dejar huella sino olvido. Filemón era un viejo y pobre campesino y su esposa compartía con él justo lo que no se puede compartir, el amor, eso que nadie puede ponerlo en una mesa, cortarlo y repartirlo sin destruirlo al mismo tiempo; el amor compartido es siempre unánime e indivisible.

Un día, Zeus y Hermes, disfrazados de mendigos en un viaje, llegaron a la ciudad en medio de la tormenta, y allí pidieron a sus habitantes un lugar para pasar la noche. Todos les negaron cobijo, porque el miedo enseña su primera y única palabra, y es “no”.

Sólo Filemón y Baucis les invitaron a entrar en su humilde cabaña. Después de servir comida y vino a sus invitados, Baucis notó que a pesar de llenar varias veces los vasos de los visitantes, la jarra de vino nunca se vaciaba, y pensó si aquellos pobres extranjeros no serían en realidad dioses. Creyendo que la humilde comida servida no era digna de tales invitados, Filemón decidió ofrecerles lo único que guardaban en su casa para el incierto futuro, un ganso. Pero cuando el campesino se acercó al ave, el animal corrió hacia el regazo de Zeus, quien aseguró que no era necesario tal sacrificio, pues debían marcharse.

El dios avisó al matrimonio de que iba a destruir la ciudad y a todos aquellos que les habían negado la entrada y el cobijo. Les dijo que deberían subir a lo alto de la montaña con él, y no mirar atrás hasta llegar a la cima. Ya allí, la pareja vio su ciudad destruida por una inundación que provocó Zeus.

Sin embargo, Zeus salvó su cabaña, y les ofreció un deseo. El matrimonio pidió estar unidos para siempre, muriendo uno al mismo tiempo que el otro. Tras su muerte, Zeus aún quiso que siguieran juntos por toda la eternidad, y los convirtió en árboles que se inclinaban uno hacia el otro: a Filemón, en roble; y a Baucis, en tilo…
(Ilustración rodoreda.wordpress.com)


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